Este trabajo es una investigación sobre los contactos que tuvo el Libertador, a lo largo de su vida, con los héroes navales de la Independencia Sudamericana y con el mar, como símbolo de su trayectoria.
EL MAR NOS UNE-Ayer, hoy y siempre
Fue el Océano Atlántico, que de allende los mares nos trajo al Capitán Don Juan de San Martín – futuro padre del Libertador – para que junto a Doña Gregoria Matorras, formase la familia, donde se gestaría la vida de José de San Martín y de sus cuatro hermanos, en la Misión Jesuítica de Yapeyú de los Santos Reyes Magos junto al río Uruguay, aquel “Sereno estuario de los Pájaros”.
Fueron también las aguas de aquel Océano, las que todos ellos transcurrieron en 1784 de retorno a España, cuando Don Juan concluyó su comisión militar en aquel énclave de trabajo y de fé, debiendo trasladarse a la Península para otros desempeños de su carrera militar.
Aquellos barcos y aquellos mares que atravesaban, siempre tuvieron una constante influencia sobre la vida y el destino de todos ellos.
Ya a los trece años y siendo Cadete del Real Regimiento de Murcia, transportaron a José Francisco y a sus camaradas a Melilla y más tarde a Orán, donde obtuvo su Bautismo de Fuego, combatiendo en esas colonias españolas, contra los Moros que guerreaban con fiereza para destruir el yugo colonial del Imperio.
A Melilla y Orán, continuaron, tres años de Campañas Navales en el Mediterráneo que encuentran a nuestro héroe destinado al Cuerpo de Fusileros Navales (nombre que hoy denomina a la Infantería de Marina) a bordo de la Fragata Santa Dorotea donde formando parte de esa y otras tripulaciones de la Armada Real, hubo de combatir contra ingleses y franceses, en teatros de guerra diversos del Mare Nostrum europeo acompañando las distintas situaciones geopolíticas del Viejo Continente.
Más tarde y transcurridos veinte años de carrera militar peninsular, a bordo de la Fragata “George Canning”, junto a otros patriotas americanos, retorna a su Patria de nacimiento y en Buenos Aires, ofrece al gobierno del Primer Triunvirato (Dres. Chiclana, Paso y Sarratea) su espada y su rango de Teniente Coronel Graduado, a las flamantes Provincias Unidas del Río de la Plata.
Otra vez los barcos y el mar ….!!!!! Aquel navío lo deposita en nuestras costas, para comenzar a cimentar su destino de heroicidad y grandeza.
Aceptada y homologada su jerarquía por el estado revolucionario, comienza –por mandato expreso de éste- a conformar el primer peldaño de la escala virtuosa que lo acompañaría a la Gloria, creando y entrenando el Regimiento de Granaderos a Caballo que hoy lleva su nombre y que en nuestros días cumple 200 años. Esa unidad de Caballería Ligera como aquellas que comandó en Arjonilla y en Bailén en tierra española, derrotando a la Caballería Pesada francesa (Coraceros) de Napoleón Bonaparte, revolucionó los conceptos de utilización de esa fuerza de “elite” para siempre, en todos los campos de batalla de la América del Sur.
Al mando de uno de sus Escuadrones (180 hombres) en San Lorenzo –actual Pcia. de Santa Fé- ataca y destruye, el 3 de Febrero de 1813, a fuerzas provenientes de la Ciudadela de Montevideo –por entonces en manos de los españoles- que con el propósito de saquear, todo tipo de víveres de las aldeas ribereñas del río Paraná, desembarcan en ese prado, sobre sus barrancas en número de 350 infantes con más dos piezas de artillería.
Cargados “al galope y a degüello” por dos escalones de 90 jinetes , deben retirarse hacia los barcos que los transportaron en precipitada huida, para no retornar jamás a consumar saqueo alguno.
Otra vez el agua y los barcos, testigos presenciales de aquel bautismo de fuego….!!!!
Pero es justamente allí, en el Combate de San Lorenzo, donde alguien dará tintes de heroicidad suprema, emparentada con las de Cabral y Baigorria. Es un Alférez de Granaderos que carga contra el abanderado español como un vendaval, arrebatándole, al galope tendido de su caballo criollo, el estandarte y la vida, sembrando el pánico entre la soldadesca enemiga.
San Martín lo menciona en un fragmento del parte de la Victoria con estas palabras:
“….al punto se replegaron en fuga a las barrancas, dejando en el campo de batalla 40 muertos, 14 prisioneros y 12 malheridos. Dos cañones de “carronada”, 40 fusiles, 4 bayonetas y su bandera, que pongo en manos de vtra. Excelencia y la arrancó con la vida al abanderado, el valiente Alférez de Granaderos Don Hipólito Bouchard ….”
El mencionado Bouchard, deja en breve lapso el Ejército, ingresando con magnífico desempeño a la Marina de Guerra, recientemente creada, llevando luego como Comandante Corsario, avalado con patente del gobierno de las Provincias Unidas, la Bandera Argentina a todos los mares del mundo y captura en aquellas campañas navíos, armamentos y todo otro tipo de botines y valores a favor de la causa libertaria que representa, coronando toda esa epopeya junto a Guillermo Brown, dominando las rutas del Pacífico Sur, destacándose en la Campaña Naval del Perú y siendo admirado y considerado por San Martín, su primer Jefe. También José Matías Zapiola, Ramón Freire, Blanco Encalada y otros heroicos guerreros y marinos que pasaron por ambas fuerzas (Ejército y Armada) en distintos momentos de su vida militar, enlazan sus hazañas con las Campañas Libertadoras consolidando con su sacrificio todo lo actuado y logrado en ellas.
Pero en estas luchas homéricas, se distingue por sobre todo la labor del Almirante Guillermo Brown –benemérito de la Patria en el mar- cuando merced a su genio y coraje indomable, vence a la flota española en aguas del Rio de la Plata y produce junto al cerco del Ejército Argentino comandado por Alvear y Rondeau, la caída de la ciudadela fortificada de Montevideo, despejando definitivamente los riesgos que configuraba ese enclave realista tan cercano a Buenos Aires.
Y el mar nos une …. nos unió y nos unirá por siempre !!!! .
San Martín califica aquel suceso como “…. El acontecimiento más importante que ha dado la Revolución Americana, hasta el presente….”
Informa así su opinión al Gobierno, con los merecimientos a lo actuado, con heroicidad infinita por Brown en aquellas jornadas.
Con la caída de Montevideo (23/05/1814) los ejércitos libertadores en campaña (del Norte y de los Andes) reciben el mayor botín de guerra de la independencia sudamericana.
500 piezas de artillería: cañones “de a 2” – “de a 4” y “de a 6” – cañones navales – morteros de sitio – culebrinas y artillería de campaña, profusión de proyectiles y pólvora de uso, 9.000 fusiles, vestuario, calzado, correajes, bayonetas y tahalíes y 300 barriles de piedras de yesca y pedernal, carromatos y enseres para los ingenieros militares, etc., etc. Un verdadero “tesoro” que Brown transporta a estas orillas, junto a 99 embarcaciones de toda índole y uso.
Y el mar nos une….nos unió y nos unirá por siempre !!!!
El mar y los barcos llevan y traen consigo, hacia y desde Europa al Padre de la Patria: Bélgica, Francia, Italia, Reino Unido de la Gran Bretaña y en América Montevideo y Buenos Aires, entre 1824 y 1829, luego vendrá el ostracismo y el olvido, junto a la vileza y la calumnia artera, opciones que prefiere soportar su alma grande antes de desenvainar el “Corvo de Maipú” contra los mismos a quienes ha brindado la Libertad, sus hermanos y compatriotas enfrascados en guerras civiles.
Y por último el Mar, vecino a su residencia de Boulogne Sur Mer, testigo privilegiado de las caminatas junto a su hija Mercedes o su hijo del corazón, el Dr. Mariano Balcarce, procurando la brisa saludable que sanase en parte su cuerpo enfermo de toda enfermedad.
Firme, con la mirada cegada por las cataratas, pero aun así en actitud de “un punto sobre el horizonte….” Aquella mirada orgullosa, que inculcó a sus Granaderos en los Cuarteles de Retiro, apoyado en su bastón de caña de Malaca y con su capote renegrido al viento, lo reproduce el bronce de la posteridad, reconfortado, pleno, el Santo Guerrero frente al espejo que mejor habla al hombre de la Eternidad, el Mar.
Con verbo de marino, percibiendo su muerte, musita en los oídos de su hija bien amada “Es la tempestad que llega a puerto” y en brazos de Balcarce entrega el alma a su Creador.
Es el 17 de Agosto de 1850. Al día siguiente su ataúd es trasladado en un carruaje seguido solo por su vecino, su yerno y el Encargado de Negocios de Chile en la Francia, hasta la Catedral de Boulogne Sur Mer.
El nicho en el que reposará durante 30 años se encuentra frente al mausoleo del gran Almirante Bruix, Héroe del Nilo y marino admirado por Napoleón, padre a su vez de Eustaquio y Alejo Oficiales de la Guardia Imperial, que vinieron a pelear como voluntarios por la libertad americana y fueron Granaderos de San Martín .
En letras talladas sobre el mármol de alabastro se lee en aquella tumba “En el desprecio de todo poder, está todo el poder.” La frase dedicada a aquel marino de la Francia Imperial, parece escrita también para nuestro Libertador con justicia !!!!. En 1880 el Presidente Dr. Nicolás Avellaneda dispone su traslado a Buenos Aires y es el Transporte Villarino de la Armada Argentina quien lo conduce, para que “…. Su corazón descanse en el de Buenos Aires.” Tal como ha testado. Otra vez el mar y sus barcos, otra vez los marinos argentinos junto a él, uniéndonos para siempre en el sueño de los héroes de una Patria venerada por todos los bien nacidos que la habiten.
Brown y San Martín, San Martín y Brown la colmaron de gloria unidos en la conjunción eterna de Mar y Tierra, aquellos elementos de la Creación con que Dios dio idea a los hombres de su principio y su fin…..los mismos que nos unirán por siempre y para siempre hasta el fin de los tiempos. VIVA LA PATRIA ¡!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Jorge Luis Cereseto
Presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana de Alte Brown